martes, 26 de febrero de 2013

El plan


Días después de las primeras declaraciones, la madre admitiría que “no estaba al tanto de lo que sucedía en su casa”, entre tironeos y empujones de la presa, la mujer con los ojos aguanosos y el semblante altivo hablaba. La opinión pública reprobaba su conducta como madre, ¿cómo era posible que no supiera lo que ocurría en su propia casa?; unos la culpaban directamente; otros la compadecían por la tragedia; pocos decían que era víctima, como tantos, de la sociedad moderna que aleja a las mujeres de su casa y las fuerza a buscar trabajo. Tal vez todos tenían razón. Lo cierto era que aún antes del divorcio, ella sola se hacía cargo de la casa, tres hijos y dos perros no son muy fáciles de mantener. Se  pasaba la mayor parte del día ocupada en su propio negocio de bienes raíces. La única que estaba enterada de lo que pasaba en la casa era Juana, la empleada domestica, y aunque lo sabia nunca tuvo la suficiente claridad como para entender.

Ya se le había hecho costumbre oír el nombre por toda la casa, escuchar sus canciones todo el día y verlos en todos los rincones: en recortes, revistas y hasta en la ropa. A ella le gustaba la música pero no en ingles y menos de chavitos, ella era feliz poniendo el radio a todo volumen mientras hacia el quehacer, pero siempre por las mañana, cuando no había nadie en casa. Al llegar los niños todo se volvía caos y griterío, ella llegaba de la “secu” y el más pequeño del “cole”, luego esperaba a que llegara el más grande y después de servirle de comer se retiraba, dejando la casa a merced de los tres. A veces se iba con el corazón arrugado como bolita de papel, había visto crecer a los tres y le causaba un poco de tristeza dejarlos solos, pero no era tanto el sentimiento como para dejar a sus propios hijos abandonados en su pequeña casa.

Antes del “accidente”, antes de que le pareciera sospechoso, antes que todo se saliera de control, Juana estaba alegre, porque al final los dos más chicos se unían, no importaba que el motivo fuera ese grupo de música de gringos bonitos. La niña se volvía loca por ellos, constantemente le oía decir que eran guapísimos, que eran buena onda, que sabía todos sus gustos; lo cual para ella era inconcebible, pues pareciera como si la niña los conociera en persona y de toda la vida. El niño pequeño, de 10 años, poco a poco se involucro junto con su hermana en la adoración del grupo. Juanita, como los niños le decían de cariño, no lo creyó raro, a decir verdad el pequeño era muy amanerado, ya se le veía lo mariconcito, y que gustara tanto de un grupo de chavos bonitos no le era tan extraño. Aunque ella seguía sin saber bien que les veían a los integrantes de la banda, eran güeritos y sin mucho chiste, muy “delicados” y vestían muy entallados, de atractivos y masculinos no tenían nada.

Cuando supuso que eso no era tan norma, fue cuando encontró en el cuarto del mayor una revista del corazón que tenia a los miembros de la banda de en la portada, y sin embargo no le dio mucha importancia a esto, seguramente uno de los niños menores la había dejado olvidada ahí. Mientras tanto la señora de la casa estaba ausente, como siempre,  y consentía a los niños comprándoles los cd’s, las revistas, los libros, la ropa, los llaveros, la mochila; toda la mercadería relacionada con la banda, sin interesarse en lo que tocaban o en sus  propios hijos. Las sospechas de Juanita de que algo no andaba bien, se vieron redobladas cuando un día por la mañana, en que el más grande no había ido a la universidad, lo encontró escuchando la música de la banda en su computadora mientras creía que nadie lo observaba.

Juanita no tenía mucho que decir, ella no entendía de esas cosas, pero sabía que no era bueno que los tres muchachitos estuvieran tan obsesionados con la banda. El mayor lo ocultaba bien, su obsesión por el grupo no era tan evidente, sin embargo ella era consciente de su gusto y lo podía notar en su forma de vestir que imitaba a la de los integrantes del grupo.  Lo único que agradecía era que sus dos hijos estuvieran tan alejados de esa realidad como para que se vieran afectados.

Mientras que para los medios de comunicación y para la propia banda fue sinónimo de éxito el hecho de que las entradas para sus conciertos fueran agotados en minutos, para miles de fanáticos, y para los tres muchachos, esto represento una tragedia. Mamá había dicho que les dejaría ir, y que compraría boletos para los tres, el mayor iba de chaperón, pues la presentación seria fuera de la ciudad y los dos menores de edad no podrían viajar solos. Sin embargo, cuando quiso no pudo conseguir ningún boleto disponible y los revendedores pedían un precio exorbitante que ella no estaba dispuesta a pagar.

¿Cuándo se les ocurrió tan malévolo plan?, nadie sabría decirlo con exactitud, ni los mismos involucrados. Por medio de las redes sociales es que sabían todos sobres sus ídolos, lo que habían hecho, donde habían estado y con quien. Era un poderoso instrumento para sentirse parte de sus vidas, y los miembros de la banda y su manager lo sabían a la perfección. La idea para el plan fue tomada por la adolescente, de otro artista juvenil del momento; la estrella había estado haciendo caridad, y entre sus múltiples actos de bondad (mercadotecnia) había conocido a una niña desahuciada por el cáncer y cumplió su sueño de darle un concierto privado. Cuando  la hermana de en medio conoció la historia, y supo que a sus ídolos adolescentes le había dado por hacer caridad, se le ocurrió el plan, era sencillo, o al menos a ella le parecía. Para poder conocerlos, sólo tenía que haber una desgracia semejante en la casa, subir un vídeo a Internet que llamara la atención de la banda y que ellos lo contactaran.

Compartió su idea con el hermano menor, a manera de broma mientras veían la televisión juntos. El pequeño, siguiendo en tono de juego, creyó que sería fantástico. Luego ella misma se lo hizo saber al hermano mayor, que pareció no darle importancia. A los pocos días la idea parecía haberlos poseído a los tres, tanto como el grupo mismo. No fue necesario hablarlo en secreto, pudieron discutirlo abiertamente una de tantas tardes en que su madre los dejaba solos.

¿Quién sería el afectado? El hermano mayor estaba descartado, era muy grande para ser admirador de la banda y no causaría tanta compasión… ¡compasión!, eso era lo que necesitaban, alguien tierno, tan adorable y desahuciado que provocara cumplirle todos sus deseos. No cabía duda que el hermano menor era la persona perfecta para interpretar al personaje. El niño tenia una cara adorable y siendo presa de un mal incurable sería la encarnación perfecta de un querubín o un santo. Así que después de haber elegido al afortunado hermano que los acercaría a sus ídolos, tocaba el turno de discutir cual de tantos males que pueden afectar a los niños sería el perfecto para el chiquillo.

Habían pensado en algún tipo de cáncer terminal, alguna leucemia, pero era poco probable que el niño padeciera esto, y ningún médico estaría dispuesto a seguir con dicho plan, menos la madre, que debería al tanto del estado de salud del pequeño. Tenía que ser algo rápido, un suceso que de un momento a otro cambiara la vida de hermano menor, pero al mismo tiempo algo tan dramático e impactante como para levantar simpatía. Pensaron en un intento de suicido producido por el bulling que el niño sufría, pero el niño no era víctima de bulling, antes bien era adorado por todos en el colegio; un incendio tal vez podría dejarlo deforme y provocar lástima, sin embargo ponía en riesgo la vida de todos y sería sumamente doloroso; o tal vez un accidente en coche donde el chico terminara cuadripléjico o al menos sin poder caminar, pero  un accidente en coche requería de mucha organización, debía ser algo más simple, pero que lo dejara lo suficientemente dañado.

Después de mucho pensar y discutir, de debatir pros y contras, decidieron que un niño afectado de sus capacidades motrices sería el mártir perfecto, un pequeño niño que no puede correr, ni nadar, ni jugar fútbol  despertaría mucha ternura. Así que el plan fue simple, aventarlo de las escaleras centrales de la casa, si era necesario más de una vez hasta que obtuvieran el resultado esperado, claro, sin pasarse de la mano como para que el niño terminara muerto y con el todas las esperanzas de conocer a sus ídolos.

Los dos chicos no supieron explicar cómo habían obtenido las agallas para comenzar, ni dijeron quien fue el que lo empujo de las escaleras la primera vez, pero si dijeron que después de la vez primera el pequeño yacía tirado sollozando al pie de las escaleras. El hermano mayor alertado por la hermana le dijo que lo recogiera y le subiera de nuevo para volver a tirarlo por si no había quedado con suficiente daño, así lo hizo y repitieron la operación. Después de la segunda caída, cuando vieron el cuerpecito tirado en una posición incómoda hasta para un contorsionista, y que de su sien brotaba un hilito de sangre, se les paso la excitación del momento. Ella conmocionada salió gritando a la calle, arrepentida confesó ante los vecinos atónitos que habían salido de sus casas para ver que ocurría y quienes no comprendían que pasaba hasta que vieron salir de la casa al mayor de los tres hermanos con el chiquillo en brazos.

La banda emitió un comunicado en el cual se deslindaba los hechos, así mismo se mostraba muy triste e indignada y lamentaba lo acontecido aquella tarde en una ciudad cuyo nombre jamás habían oído en su vida.  Ambos hermanos terminaron recluidos en la correccional de menores, después del proceso se decidiría su cambio a la penitenciaria regional. Su madre estuvo presente durante todo el juicio, sólo hasta que éste término pareció esfumarse de la ciudad. La única que visito a los chicos hasta el día que estos salieron libres fue Juanita, para cuando esto sucedió la boyband se había separado hace mucho tiempo.

4 comentarios:

  1. Que triste e indignante texto y que belleza la tuya al escribir, esas boys band son un suceso siempre, el mundo del adolecente es complejo, obsesivo y peligroso, no ven límites los morros.,

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  2. Que triste e indignante texto y que belleza la tuya al escribir, esas boys band son un suceso siempre, el mundo del adolecente es complejo, obsesivo y peligroso, no ven límites los morros.,

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  3. ¡Qué dureza la de esta historia! Se habla de la demencia senil, pero a veces nos olvidamos de esas locuras juveniles que pueden tener eses finales más que funestos. Espero que tu historia no esté basada en hechos reales.

    Me gusta como escribes y como lo describes.

    Un abrazo.

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  4. zaz!! que fuerte!! los pubertos luego son los fanaticos mas locos de todos :s no se miden, he conocido a vari@s asi...terror!

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simplemente gracias por comentar