jueves, 10 de julio de 2014

El hallazgo

Lo encontraron completamente desnudo, pero él no sintió pena, ni pudor, más aun se sintió orgulloso de que volvieran a admirar su cuerpo. Nadie lo buscaba pero lo encontraron, después de muchos gritos mudos; después de la oscuridad: después de tanto tiempo. Estaba bajo el  suelo, con las esperanzas enterradas, con la tierra pegada a la piel, metida en los ojos y hasta en sus sueños. Había pasado mucho tiempo, horas, días, tal vez años. Hacía tanto que vio por última vez  el esplendor de la ciudad.  Sin embargo, no había pasado el tiempo suficiente como para consumirlo, como para carcomerle la piel, como para desvanecer sus músculos. Aun lucía joven y bello, perfectamente reconocible. Al principio solo vieron su testa, sus cabellos ondulados y bien peinados, su hermosa frente sin arruga alguna. Poco a poco desenterraron su cara de facciones finas, su cuello, sus hombros, el pecho de piedra, el abdomen de mármol y las piernas que como pilares sostenían el resto de su cuerpo adolescente. Nunca encontraron sus brazos, estaba desmembrado. No saben si los arrancaron para torturarlo o en signo de venganza, sólo aquello le faltaba, además de tener la pierna derecha rota y los dos pies casi zafados a la altura de los tobillos. Pero aun así era perfecto, una hermosa pieza digna de museo.




 

 

miércoles, 4 de junio de 2014

Aquella noche de verano

Era tan dulce, que si cuando hacíamos el amor dejábamos la ropa regada por el suelo, los asqueles inmediatamente atacaban. No se si era el olor de su sudor que era delicado; o el hecho de que su piel fuera tan blanca que parecía terrón de azúcar. Recuerdo su cuerpo desnudo entre las sábanas: su cuerpo de adolescente, su ombligo (pozo caliente); sus vellos púbicos negros, que contrastaban hermosamente contra su piel, y en los cuales me gustaba enredar mis dedos. Las piernas largas que yo recorría dando besos hasta sus pies de feos dedos. Pero en aquel entonces yo lo amaba, y creía que tanta dulzura atraía a los asqueles que invadían su ropa; cuando él se vestía en medio de la oscuridad le llenaban de picaduras todo el cuerpo, provocando erupciones enrojecidas en toda su blancura, las cuales yo curaba con besos y bálsamos.





martes, 27 de mayo de 2014

Cosas viejas, cosas nuevas.

No eres el primero con el que paso por esto:
el amor, el deseo, la ilusión;
el desamor, el desencuentro, la decepción.

Lo sé porque ya lo pasé con otros antes que tú,
y si me esfuerzo, puede que lo vuelva a vivir de nuevo en el futuro.

Aunque siendo sincero, debo admitir
que eres el único que ha demostrado que todo mi cuerpo esta lleno de terminaciones nerviosas interconectadas y que desde el dedo meñique de mi pie, puede surgir y recorrerme una descarga eléctrica.





miércoles, 21 de mayo de 2014

Lo que no dicen del amor

Que en el amor también hay que saber separar:

el pasado, del presente
y el presente del futuro.

A veces hay que saber separar el cuerpo.

La expectativas, de la realidad.
Y lo posible, de los planes.

Dividir el deseo y repartirlo

También las horas del día para contarlas.

Disociar la culpa y los males.

Distinguir donde empieza el uno y termina el otro, para no terminar siendo un apéndice.
Para no terminar aborreciéndonos, odiándonos.




lunes, 3 de febrero de 2014

...el amor es simple, y a las cosas simples las devora el tiempo.

¿Alguna vez has regresado a un lugar después de mucho tiempo y de repente te das cuenta de lo mucho que ha cambiado todo? Hoy me paso cuando fuimos a comprar de cenar al barrio donde vivía mi abuela, tenía muchos domingos sin pasar por ahí, incluso antes de que ella falleciera ya tenia tiempo sin pararme por la casa y hoy que regrese fue como estar viviendo en una realidad alterna. Fue tan grande el shock que me costaba trabajo procesar todo lo que estaba pasando y no podía dejar de mirar extrañado todo, no lo sé, aun me es difícil describirlo con palabras. La calle se veía mas nueva que como la recordaba en mi infancia, debe ser porque quitaron el viejo asfalto gris y recarpetearon dejando todo de un color negro brillante. Hoy todo era más contrastante, más luminoso y más oscuro a la vez; también cambiaron los arbotantes de luz amarilla por unos de luz blanca. Debo suponer que era eso. El negro del nuevo asfalto refleja el rojo y el verde del nuevo semáforo que colocaron justo en la esquina de la cuadra donde vivía la abuela, me parece que el que es el barrio más antiguo de la ciudad va cediendo ante la modernidad y pierde el encanto de pueblito de provincia que aun le quedaba cuando yo era niño. . Lo peor fue pasar por su casa y verla toda oscura y darme cuenta que ya han talado algunos de los árboles que estaban afuera: el "lágrimas de san Pedro" al que llegaban los colibríes en primavera para alimentarse de sus flores amarillas y la "yuca" desértica que crecía toda desparpajada. Mi hermana se enojo por eso y por un letrero de cosméticos que vio clavado afuera de la casa (tal vez por eso cortaron los árboles, para que se viera el letrero). Por suerte la piedra que estaba afuera de la ventana y que hacia las veces de banca aun esta ahí, no pude evitar recordar cuando era pequeño y me sentaba ahí, a disfrutar y compartir las golosinas con los primos.
Pero hasta la tiendita de la esquina que era atendida por el señor bigotón cuando yo era niño, y que duró cerrada tanto tiempo, ahora esta de nuevo abierta. Le pusieron mas ventanas, una rockola en la entrada y hasta café internet. Lo bueno es que la tiendita de contraesquina sigue igual, y la atiende la misma señora que nos vio crecer domingo a domingo, cuándo nos vio se alegro y hasta nos presto el envase del refresco, sin siquiera pensarlo y a sabiendas de que no regresaríamos pronto. A mi también me dio felicidad verla, quise abrazarla y llorar un poco, como hago mientras redacto esta carta. Pero supongo que sería muy raro llorar por ver a una conocida. La verdad es que debo de confesarte que no me gusto nada tanto cambio, y sentí como si me hubieran arrancado algo muy intimo, y que el hueco que dejó la partida de mi abuela, y que poco a poco vuelvo a llenar, volvió a abrirse y ahora la extraño más que nunca. Pero como ya te conté, en ese momento no pude decir nada porque me costaba asimilar tanto cambio. Aunque debo admitir que dentro de tanta transformación me alegro estar ahí, contigo y junto a mi mamá y mi hermana, después de pasar todo un día juntos, y estoy seguro que si mi abuela te hubiera conocido, te hubiera abrazado como uno de los nuestros, y en secreto hubiera sabido que lo nuestro es más que una amistad. 
¿y por qué te escribo todo esto? Porque acabo de leer a la esposa del escritor que acaba de fallecer, y sus tiernas palabras de despida hacia su esposo me inspiraron a escribirte a ti, el que se cambiara el apellido si llegó a ser un escritor famoso, al igual que ella.