domingo, 19 de febrero de 2012

El reflejo de los ojos ante el espejo.

Salgo de ducharme y me paro enfrente del espejo. No me miro, esta empañado por el vapor y solo alcanzo a distinguir mi silueta borrosa, casi diluida con el fondo. No me atrevo a pasar la mano para quitar ese velo, me da miedo ver lo que el espejo pueda reflejar. Mi mano avanza hacia el espejo y de un movimiento queda ante mi revelada la nítida imagen de mi rostro. No me resulta tan desagradable lo que veo. Retiro unos mechones de pelo que caen en mi frente y observo mis cejas. Me gustan mis cejas, tupiditas, algo gruesas pero sin perder la forma. Entre las dos alcanzo a distinguir como van naciendo los vellitos, si los dejo crecer llegan a formar unas alas de golondrina. Bajo hasta mi nariz y me gusta, fina y respingada: "de niña" dicen mis amigos. Mis labios los considero bonitos, de la boca entreabierta se distinguen los dos dientes frontales, algo grandes y un poco separados, ese pequeño detalle lo adoro. La barba que tras algunos días sin rasurar comienza a crecer, así me gusta ni tan larga, ni sin nada. Observo mi rostro y me gusta, aunque ahora este un poco mas llenito.

Max alguna vez en la cama me dijo que le recordaba a Frida Kahlo. El sabía  de mi gusto por la artista y era consciente del cumplido que para mi representaba tal afirmación. Asumí que tal vez lo que el veía de Frieda en mi eran las cejas frondosas de la pintora. Pero fue un día que, precisamente, saliendo del baño, me pare ante el espejo de mi cuarto, comprendí de que hablaba. Nunca he sido mucho de verme en los espejos, y si lo hago no pongo especial atención en mi cara. Por eso mi espejo sirve de pizarrón para anotar pendientes. También allí esta pegada la foto de mi abuela, donde aun es joven y parece actriz del cine de oro mexicano. Hay una tarjeta de teléfono público con una reproduccion de un óleo mexicano que con estilo rococo representa un sagrado corazón  rodeado de ángeles y querubines. Mi prima me observa caracterizada de "La catrina" mientras un dibujo de una criatura andrógina estilo anime adorna la orilla. Entre post-it, fotos y recortes están dos postales de Frida. En una se ve un autorretrato de ella y en la otra una foto.

Ese día mientras me contemplaba en el espejo, me di cuenta de lo que dijo Max. Y el no hacía referencia a las cejas de Frieda, lo que había en mi eran sus ojos, o mejor dicho los ojos que ella se pintaba. Sin darme cuenta estaba mirando como lo hace ella desde sus pinturas, de frente, con la cara tres cuartos, impávido ante el observador, serio. Los ojos chiquitos, las lineas de los párpados, las ojeras, el color de los ojos, la forma, las pestañas cortas, el mismo mirar retador y sereno. Le dije a Max y dijo que estaba en lo cierto, tenía los ojos de pintora mexicana.




7 comentarios:

  1. ya tengo tus brownies!

    me encanta ese vapor cuano salgo de la regadera... en mi espejo no tengo nada... en las paredes solo un poster... y si tienes ojos de pintora mexicana.

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  2. Una bonita forma de describirnos tus ojos... Yo tampoco le tengo mucha afición al espejo.

    Un abrazo.

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  3. Me encanta tu manera muchas veces de describir... es algo tan 'delicioso' jaja. Eres cejón? No sé por qué siempre he tenido una cierta debilidad por los cejones jaja no a los que tienen tampoco tanto, sino moderado jeje. Nariz respingada? qué tiene de malo? acaso te gustaría ser ñato o narizón? una nariz bonita da presencia.

    En fin, sólo eso: me encanto
    Un abrazo
    Erik!

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  4. frida Khalo tiene una de esas bellezas no comunes, si te pareces a ella pues bien no, aunque creo que eres un tantito mas morochito. ¿o me equiveco?

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  5. Por eso disfruto de vez en cuando verme al espejo por un extenso tiempo, miras cosas que están siempre ahí, que forman parte de ti mismo, pero que a veces pasan por desapercibidas muy a pesar de significar tanto.

    Paz, Amor y Alma

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simplemente gracias por comentar