lunes, 3 de febrero de 2014

...el amor es simple, y a las cosas simples las devora el tiempo.

¿Alguna vez has regresado a un lugar después de mucho tiempo y de repente te das cuenta de lo mucho que ha cambiado todo? Hoy me paso cuando fuimos a comprar de cenar al barrio donde vivía mi abuela, tenía muchos domingos sin pasar por ahí, incluso antes de que ella falleciera ya tenia tiempo sin pararme por la casa y hoy que regrese fue como estar viviendo en una realidad alterna. Fue tan grande el shock que me costaba trabajo procesar todo lo que estaba pasando y no podía dejar de mirar extrañado todo, no lo sé, aun me es difícil describirlo con palabras. La calle se veía mas nueva que como la recordaba en mi infancia, debe ser porque quitaron el viejo asfalto gris y recarpetearon dejando todo de un color negro brillante. Hoy todo era más contrastante, más luminoso y más oscuro a la vez; también cambiaron los arbotantes de luz amarilla por unos de luz blanca. Debo suponer que era eso. El negro del nuevo asfalto refleja el rojo y el verde del nuevo semáforo que colocaron justo en la esquina de la cuadra donde vivía la abuela, me parece que el que es el barrio más antiguo de la ciudad va cediendo ante la modernidad y pierde el encanto de pueblito de provincia que aun le quedaba cuando yo era niño. . Lo peor fue pasar por su casa y verla toda oscura y darme cuenta que ya han talado algunos de los árboles que estaban afuera: el "lágrimas de san Pedro" al que llegaban los colibríes en primavera para alimentarse de sus flores amarillas y la "yuca" desértica que crecía toda desparpajada. Mi hermana se enojo por eso y por un letrero de cosméticos que vio clavado afuera de la casa (tal vez por eso cortaron los árboles, para que se viera el letrero). Por suerte la piedra que estaba afuera de la ventana y que hacia las veces de banca aun esta ahí, no pude evitar recordar cuando era pequeño y me sentaba ahí, a disfrutar y compartir las golosinas con los primos.
Pero hasta la tiendita de la esquina que era atendida por el señor bigotón cuando yo era niño, y que duró cerrada tanto tiempo, ahora esta de nuevo abierta. Le pusieron mas ventanas, una rockola en la entrada y hasta café internet. Lo bueno es que la tiendita de contraesquina sigue igual, y la atiende la misma señora que nos vio crecer domingo a domingo, cuándo nos vio se alegro y hasta nos presto el envase del refresco, sin siquiera pensarlo y a sabiendas de que no regresaríamos pronto. A mi también me dio felicidad verla, quise abrazarla y llorar un poco, como hago mientras redacto esta carta. Pero supongo que sería muy raro llorar por ver a una conocida. La verdad es que debo de confesarte que no me gusto nada tanto cambio, y sentí como si me hubieran arrancado algo muy intimo, y que el hueco que dejó la partida de mi abuela, y que poco a poco vuelvo a llenar, volvió a abrirse y ahora la extraño más que nunca. Pero como ya te conté, en ese momento no pude decir nada porque me costaba asimilar tanto cambio. Aunque debo admitir que dentro de tanta transformación me alegro estar ahí, contigo y junto a mi mamá y mi hermana, después de pasar todo un día juntos, y estoy seguro que si mi abuela te hubiera conocido, te hubiera abrazado como uno de los nuestros, y en secreto hubiera sabido que lo nuestro es más que una amistad. 
¿y por qué te escribo todo esto? Porque acabo de leer a la esposa del escritor que acaba de fallecer, y sus tiernas palabras de despida hacia su esposo me inspiraron a escribirte a ti, el que se cambiara el apellido si llegó a ser un escritor famoso, al igual que ella.

5 comentarios:

  1. Una vivencia de persona mayor,descubrir que de los lugares míticos de nuestra infancia solo se preservan nuestros recuerdos... He vivido algo parecido con una casa en la que viví 5 años y se lo que se siente... Pero eso lo solemos vivir así los adultos.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Supongo que eso ya me convierte en un adulto más...

    ResponderEliminar
  3. Luminoso post, como siempre lo son los tuyos, Didier. Espero, sin embargo, que el escritor famoso que has citado no haya sido aquel miembro de una banda de terribles asesinos argentinos de los 70 (su carita de abuelito bueno no era más que una fachada para tapar tanta infamia, tanta sangre inocente vertida, tanto latrocinio cometido por su clan nefasto): un nombre así mancharía esa historia tan bonita. Un abrazo grande. Daniel G.

    ResponderEliminar
  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  5. Cari, pues estas nominado a los Premios MALVA por este blog, jujuju pá que te lo sepas y pases por el post.

    ResponderEliminar

simplemente gracias por comentar