¿Cómo empezar esta carta que no te enviare?, eso es lo que me pregunto sentado frente a la computadora, mientras intento recordar todas las emociones, los paisajes, la gente…
En este pequeño viaje de vacaciones descubrí varias cosas, dentro y fuera de mi, me descubrí mas mexicano, mas enamoradizo, mas melancólico, me descubrí maravillado ante la naturaleza y la patria que tanto amo.
El recorrido lo comenzamos yendo a la capital del estado, ¿sabias que en verdad se llama “Victoria de Durango” y no solamente Durango?. la capital es linda, la han remodelado y quedo muy bien, reconstruyeron edificios coloniales que por la noche se ven hermosos, sabes como me gustan las casas del México antiguo, esas construidas por gachupines ricos, esas que me contradicen porque una parte de mi se siente fascinado y otra medio asqueado de tanta opulencia mientras vivía el pueblo pobre; el cuento de siempre, de nunca acabar.
De allí nos dirigimos a la costera del pacifico, yo no sabia bien cuales eran los planes de mi Jefe, seguimos peleados, no peleados no, pero si algo distantes. Pasamos por la sierra de Durango, parte de la sierra Madre Occidental y la región denominada de las quebradas. El bosque esconde una magia fría, es hermoso, con tantos arboles tan altos y la neblina que entre ellos se instala, sin embargo no es la misma magia de la selva: exuberante, cachonda y lujuriosa a donde íbamos.
Llegamos primero a San Blas, un pequeño pueblo en la costa Nayarita, me encantan los nombres de las ciudades y poblados de Nayarit, para llegar a San Blas pasamos por Acaponeta, Escuinapa, Santiago Ixcuintla… ¿no son geniales todos esos nombres?
Total llegamos al dichoso San Blas ¿te suena conocido el nombre? si es así es porque un grupo mexicano lo hizo conocido en una canción… si, Maná con su “En el muelle de San Blas”… pues San Blas existe y su muelle también, yo estuve allí, y la loca de la que hablan en su canción también es real, nada mas que ya no vive allí, sino en una casa en Guadalajara, que no queda muy lejos de allí.
Aparte del muelle, la loca y la canción, San Blas tiene un fuerte, pues este pueblo era el principal puerto de la nueva España…. como pueblo que fue importante tiene casas bonitas, lo único que es realmente molesto son los moyotes, esos insectos chupasangre y ruidosos, motivo por el cual sólo estuvimos un día allí, viendo los atractivos turísticos y luego fuga a la playa Rincón de guayabitos
Pero antes de partir dimos un paseo en lancha por los manglares que están cerca de allí, que llaman “La tovara”… aun sigo hipnotizado por su belleza, pasar en lancha por esos canales, que en ratos se volvían túneles de tan tupidos los mangles, ver a los cocodrilos en su hábitat natural, las tortugas, cangrejos, oír a los pájaros cantar… todo me dejo embriagado de verdor, de vida, de exuberancia...
Y el agua, el agua de esos canales, medio dulce, medio salada, era un espejo de obsidiana… quieta, negra… que reflejaba el azul del cielo, que me reflejaba a mi con un brillo en los ojos dado por el calor de los trópicos y su clima.
Después, después nos fuimos a guayabitos, pero eso te lo cuento en otra carta