Si yo fuera pintor, te haría un retrato, utilizaría los colores mas brillantes y vibrantes y con el trataría de plasmar un poquito de tu personalidad… pero no soy pintor, mis garabatos infantiles apenas si se entienden. Por eso decidí pintar-escribir esto, aunque tenga que escribir en el 5 000 mil palabras, por eso de que: “una imagen vale mas que mil palabras”.
Voy a comenzar a pintar tu cuerpo, para que todos sepan como fuiste en tu juventud, de piel blanca españolada y una estatura más bien bajita. Con un cuerpo flaco y de carnes enjutas, querido Max pareces lagartija!, pero dicen que la carne más sabrosa es la que está pegada al hueso. Quisieras tener más musculatura, pero a mi tu cuerpo me parece perfecto, de eterno adolescente, casi lampiño y blanco, escurridizo y a la misma vez presenta la firmeza de un muro de piedras.
En tu cuerpo puedo formar constelaciones enteras. Cuando te miro en la oscuridad de la noche pareces brillar, tu piel resalta junto a la de este moreno achocolatado. Eres un coral blanco que descansa, un pececillo que nada en el océano en el que puede convertirse mi cuerpo. Un ser fantasmagórico que brilla fluorescente entre las sábanas.
Con unos ojazos color aceituna, los cuales tienen que mirar con detenimiento, porque si no lo haces así pueden pasar desapercibidos, cafés, como el común de la gente. Estoy seguro que tus ojos pertenecieron en otra vida a un pintor impresionista, tengo la sensación de que todo en tu vida es así… más brillante, más oscuro. Miras el follaje de los árboles más verde, y el rojo de los atardeceres más violento y pasional. No me cabe duda de que nadie en este mundo mira como lo haces tú, nadie siente como lo haces tú.
Miras las cosas detenidamente, guardas las características del buen observador, minuciosamente sometes al escrutinio cada parte de tu vida. Ves en detalle lo que a otros se nos escapa, o por razones, no queremos ver.
De labios carnosos hinchados de placer, guardas en ellos el sabor de todas las frutas frescas del verano. Lo exótico del kiwi, lo jugoso del mango, lo rojo de la sandía, lo mexicano de la tuna. Tu boca que no se toca, que no calla, que no enmudece, que obedece a tu cerebro y por la que brotan los pensamientos que se forman en la maquinaria dentro de tu testa rubia.
Eres como un “chucho” valiente, leal y juguetón. Pero por ser tú como los canes, no falta un gato sin vergüenza que se quiera aprovechar de tu naturaleza bondadosa y gentil. Defiendes lo tuyo como un buen sabueso, pero como los bueno, no los que defienden nomas su hueso. Tienes pata de perro y has andado por todos lados, siempre regresando fiel a tu origen. Eres de barrio, no de casa, vivido y que sabe moverse por las calles de la gran ciudad.
Me atrevería a afirmar que en tu vida nada es accidente, por el contrario, son sucesos casi planeados con magistral detalle. Uno tras otro, transcurren en tu vida diaria para formar al maravilloso ser que eres. Una serie de acontecimientos que te han hecho llegar hasta donde estas y te transportaran hasta tu meta.
Para mi puedes ser el portal que me comunica con el exterior. Con el mundo que se encuentra afuera de este desierto en el que nos tocó nacer y donde nos conocimos. Sacas mi mente del calor y el amodorramiento de esta región. Donde las ciudades me parecen tan faltas de todo y llenas de nada.
Amo tu cinismo, tu originalidad. La dualidad entre pasión y razón que hay en ti. Pues posees una pasión guiada por el raciocinio que te conduce a lugares inesperados. Me encantan nuestras charlas intelectuales. Eres capaz de excitarme a nivel mental, de dejarme con las ganas de saber más, de oírte la vida entera. De debatir sobre nuestros peculiares modos de ver la vida, ya que no siempre están de acuerdo.
En mi vida ocupas un lugar importante, mi vida está marcada por tus acercamientos y tus ausencias. Quiero creer que fue por algo que nos conocimos. Por momentos te puedo sentir como el único que ve algo en mí que los demás ignoran. Por eso te has convertido en mi padre, mi amigo, mi confidente, mi amante, mi pareja, mi hermano, mi alma gemela.
Pudiera vivir una vida entera a su lado. Tratando de ser todo eso, convertirme en parte de tu particular y extravagante mundo, lleno de criaturas extrañas y coloridas, con mil historias que contar. Vivir en una casa en Coyoacán, a la Frida y Diego. Amándonos, complementándonos, compartiéndonos con otras personas, creciendo juntos hasta alcanza la eternidad.
Qué más daría yo por hacerte feliz, si en mis manos estuviera te entregaría a la persona indicada con la cual pasarías toda la vida, o me convertiría en ella. No quiero que te resignes a vivir en la soledad, quiero que a tu lado este un ser amoroso y de finos tratos, que tal vez no te comprenda, pero motivada por el amor tratara de entender a ese ser artístico y de mundo que eres tú.
Tal vez es un retrato prematuro. Tal vez debería esperar más tiempo para escribir sobre ti, sobre nosotros. Es un escrito de un artista adolescente, en su formación más que en su edad, un retrato de formas sencillas e infantiles pero honestas. Espero la eternidad nos alcance y este retrato que escribo con todo mi amor y sinceridad, sea la prueba de la relación entre dos prodigiosos seres.
Eternamente tuyo.
Didier Freitas
PD: lo comencé a escribir después de aquel verano maravilloso a tu lado, me propuse terminarlo para tu cumpleaños. Lo cierto es que tal vez nunca lo termine de escribir, pero era tiempo de entregártelo.